miércoles, 2 de mayo de 2012

Ruidos.

Era un día frío. La lluvia caía fuerte y formaba grandes charcos de agua. Se oían murmullos. Mucha gente susurraba formando pequeños corrillos y se respiraba un halo de tristeza. Una voz fuerte comenzó a escucharse. ¿Provenía del cielo? Yo era incapaz de identificar lo que decía; la lluvia no me dejaba escuchar sus palabras, aunque estas me relajaban. Eran tranquilas y con una tonalidad suave. Comencé a escuchar unos llantos. Estos comenzaron a expandirse, como si de un eco se tratase, hasta que estos se extinguieron y dejaron paso a unos gritos ahorcados. Hubo un silencio absoluto. La lluvia había cesado. Unos golpes fuertes , encima de mí, comenzaron a escucharse. ¿Qué es esto? ¡Parece tierra! Mas golpes. Mas tierra. Un flash se produjo en mi cabeza. Ahora lo recordaba: el accidente. Los gritos. Las ambulancias. El hospital. Mas gritos. Los besos en la frente. Esto era mi entierro. Estaba dentro de una tumba. ¡Pero estoy vivo! ¡¿Alguien me oye?! ¡Vivo! ¡Dejadme salir! Me quedé callado para intentar escuchar alguna reacción del exterior. De nuevo silencio absoluto. Otra pala de tierra cayó sobre mi. -Descansa en paz amigo. Fueron las últimas palabras que escuché.

lunes, 4 de enero de 2010

País de ciegos

Thomas Urtzi presumía de una memoria prodigiosa. Era la envidia de todos sus amigos. Todos los días después de su metódico desayuno se juntaba con sus compañeros de fatigas y contaban sus viejas batallas. Thomas Urtzi siempre tenía historias que contar que ya ninguno de sus buenos amigos recordaba.

- ¡que estupenda historia!, de verdad que estuvimos allí?
- Claro! replicaba Thomas. - ¿de verdad que no lo recuerdas?
- ¿se apellidaba 'Bragueta suelta'?. ¿como es posible que te acuerdes?

Un día después de desayunar, decidió detenerse detrás de una puerta cercana a su lugar de reunión. Acercó su puntiaguda oreja y escuchó unas palabras que no logró comprender con claridad.

- El Sr. Thomas Urtzi ha empeorado mucho en la última semana.- Comentó la Dra. Ross al Doctor. - Thomas ya no solo no recuerda nada de su pasado, sino que inventa extrañas historias al resto de enfermos.

- Creo que le queda poco tiempo de vida.- Contestó el Doctor. Está en su ultima etapa.

Thomas Urtzi siguió caminando por el blanco pasillo hasta la mesa donde se encontraban sus amigos. Se sentó a su lado y con extraviada mirada comentó:

- ¿os acordáis como se apellidaba mi primera novia? - Bragueta suelta! - Exclamó Thomas.
- ¿se apellidaba 'Bragueta suelta'?. ¿como es posible que te acuerdes?

jueves, 3 de mayo de 2007

Café con leche

Las señoritas Lisa y Dollar y el señor Univer eran 3 trabajadores altamente cualificados de un importante banco. Ellos trabajaban en el departamento de informática y controlaban todos los procesos y sistemas que allí había.

Su trabajo era muy estresante y su día a día estaba repleto de incidencias de todo tipo. Por eso, no les sorprendió el día en el que su incapacitado e inutil director les llamó con su móvil desde la sala de sistemas y les comunicó:

- ¡se ha caído la cabina de discos!

Los tres trabajadores, se miraron unos a otros, y decidieron subir tranquilamente a la sala de sistemas a ver de que se trataba esta vez. La señorita Lisa acercó su retina al lector, y automáticamente se abrió la puerta blindada de alta seguridad.

- ¿Sr. Kalan? preguntó la señorita Dollar. Unos extraños ruídos se percibieron detrás de los armarios de sistemas. Cerraron la puerta y se acercaron detrás de los grandes y pesados armarios metálicos que allí había. La escena que allí había era desoladora. La pesada cabina de discos, mas de 100 kilos de hierros, cables y lucecitas de colores, se había caido, literalmente, y debajo de ella se encontraba el querido director.
Sobre su cara se dibujaba una extraña sonrisa artificial.

- ¡Puff! Exclamó Univer.

Los tres trabajadores, con gran calma, dieron la vuelta al armario y se apoyaron sobre este a pensar. Eran grandes pensadores.

El armario cedió ante el peso de ellos y este se derrumbó encima de la cabina de discos.

-¿apetece un café? - Comentó la señorita Lisa. - Yo con leche - Comentó Univer. - Solo para mí, replicó Dollar.

Evolución

La señora Ring vivía en el centro de su pequeña ciudad. Tenía multitud de amigos por todas las partes del planeta, y le encantaba hablar con ellos. En realidad, ese era su gran vicio oculto. Hablar hablar y hablar. Todos los días tenía sus llamadas programadas de a quien tenía que llamar, o si tenía que recibir alguna llamada especial.

Todo esto derivada en grandes peleas con su marido, el señor Rong. -¿ya estás hablando otra vez?. Pero la señora Ring vió el cielo abierto cuando las operadoras de su ciudad comenzaron a implantar las llamadas gratuitas. ¡o gran Diós! ¡que estupendo invento!.

El señor Rong decidió tomarse el solo unas largas vacaciones en el caribe.

Así, la señora Ring, se organizó su día para poder hacer una llamada tras otra, realizado un riguroso calendario de llamadas. ¡Era fantastico! Nada mas terminar una llamada, podía empezar a marcar el siguiente número!. Esto lo hacía desde las ocho de la mañana hasta las doce de la noche ininterrumpidamente.

Según pasaba el tiempo, la señora Ring ya no se levantaba ni siquiera a dormir. Quedaba en su sillón, realizando ahí todas sus tareas cotidianas. Su mano comenzó a tomar la forma del teléfono, y su oreja se convirtió en un una circunferencia perfecta con pequeños orificios para que el sonido se acoplase perfectamente.

La boca tambien se adapto, y se transformó en un pequeño óvalo del que salía el sonido sin mover los labios. Su cuerpo tambien cambió. Las piernas, pasaron a ser un soporte estupendo para su cuerpo, y el tronco se alargó formando un mango.
Sus brazos se retorcieron, creando un cable típico de teléfono, y en su pecho comezaron a salir doce bultos, numerados del 0 al 9 y dos mas con un asterisco y una almohadilla.

Después de sus meses de relax, el señor Rong regresó a casa. - ¿Cariño, donde estas?
Pero el señor Rong solo encontró un enorme teléfono en el salón de su casa...

martes, 17 de abril de 2007

Universo Acelerado

Después de largos años de investigación, el profesor Rowell terminó su primera versión de lo que el llamaba "El acelerador celular". Como todo buen científico, quiso ser el mismo el que probase su creación.

El profesor Rowell reunió a todo su equipo, preparó un pequeño vaso de agua, y tragó su pastilla roja en forma de huevo. Nadie se movía. El Profesor Rowell miraba al resto, esperando ver algo en sus caras que delatase algo. -¿está bien Profesor?. - Preguntó Anna, número uno de su promoción y primera admiradora del Profesor. - Creo que sí, aunque siento el pulso muy acelerado...

Todos quedaron sorprendidos. El profesor Rowell había hablado a una velocidad increíblemente rápida.

-Creo que lo hemos conseguido! - Exclamó Anna.

El objetivo del experimento era simple: se trataba de multiplicar por dos su movimiento celular, de forma que se conseguía moverse el doble de rápido, hablar el doble de rápido, pensar, aprender.... todo sería el doble de rápido. Pero tambien sus células envejecerían el doble de rápido, por lo que la vida del Profesor Rowell se había reducido a la mitad.

A los pocos días, el gran descubrimiento transcendió a los medios de comunicación. ¡Todo el mundo deseaba aprender el doble de rápido! El acelerador de células salió al mercado y en tan solo un año el cien por cien de la población mundial lo había tomado.
En realidad, todo seguía igual. Aunque en el mundo todo iba el doble de rápido, nadie notaba la diferencia, ya que todos funcionaba con el mismo 'reloj'.

El profesor Rowell fué mas allá. Ya no le valía 'el doble de rápido'. Sacó su versión 10x, siendo 10 veces mas rápido. Después saco su versión 100, luego vino la 1000, la 10000...

A los 2 años, aparentemente la vida de los humanos seguía igual: nacían, jugaban, crecían, estudiaban, trabajaban..... morían. Pero todo ello en tan solo un largo segundo.

lunes, 16 de abril de 2007

Prison Break

Desperté con un tremendo calor. Me encontraba completamente desnudo. - ¿cómo había llegado ahí? ¿quien era yo? No recordaba nada. Miré, asustado, a mi alrededor. Cientos de clones, exactos a mí se agolpaban unos contra otros. No podía entenderlo. Mientras le daba vueltas a mi cabeza, intentando buscar una solución, una explicación, algo que aportase algo de luz sobre esa situación, una avalancha de clones vino hacia mí.
Todos corrían. Había que salir de allí.
Sin pensarlo, yo también comencé a correr. Correr, correr, correr, era mi único pensamiento.
Muchos compañeros tropezaban, y caían exhaustos. Otros se bifurcaban por otros caminos. Yo sabía que había que darse prisa, o de lo contrario tambien moriría, aplastado por el resto.
Primero pasaron los minutos. Luego las horas. Después, los días.

A lo lejos, pude distiguir una brillante luz. Sabía que era mi única salida. Las pocas fuerzas que me quedaban las gasté en acelerar mi marcha. Tenía que llegar antes que el resto.
Por fín, tras un tremendo esfuerzo, llegué a mi libertad. Quedabamos muy pocos, pero yo fuí el primero.

Entré dentro y comenzó mi nueva vida. Los siguientes 9 meses fueron extraordinarios.

sábado, 14 de abril de 2007

La sonrisa de Po

Po era un hombre casi feliz. Po vivía solo, y una vida ermitaña había dejado huella en su carácter.
Po se levantaba por las mañanas, siempre con la hora justa y se iba corriendo a la fábrica de reciclaje. Allí separaba los materiales plásticos de los que no. Durante ocho horas. Po parecía trabajar con ganas; ganas de terminar rápido y volver lo antes posible a su pequeña casa. En cuanto sonaba la sirena marcando las 14:00h, Po salía corriendo a su casa, con una gran y entusiasmada sonrisa.

En cuanto llegaba, engullía algo muy rápido, y se acostaba en su alborotada cama. Así hasta el día siguiente.

- ¿Por qué Po es felíz? - se preguntaba la gente. Nadie le entendía. El ermitaño ha debido enloquecer.

Cuando Po se dormía, accedía a una nueva dimensión. Po había aprendido a dominar sus sueños, a soñar con lo que quería, donde quería, con quien quería. Dentro de su micromundo, era único. Se dedicaba a viajar por todos los lugares, descubriendo los lugares mas recónditos, a conocer a todo tipo de gente, a probar todas las clases de gastronomía de todos los paises, a decir todo lo que siempre quiso decir y a nadie importaba...
Pero a la mañana siguiente el despertador volvía a sonar, y Po debía interrumpir su felicidad por 8 horas de trabajo en la fábrica de reciclaje.

- No puedo seguir perdiendo ocho horas en la fábrica! He de hacer algo - Pensaba Po.
Un día lluvioso, al llegar a casa despúes de su cansado trabajo, Po se engulló un bote de barbitúricos que había comprado para una ocasión especial. Al poco, entró en estado de coma.

Días después, la fábrica dió aviso de la ausencia de Po, y los servicios sanitarios le encontraron en su cama, en coma, con una gran sonrisa sobre su cara.

A Po le ingresaron, pero nunca mas salio de su estado. Nadie entendía su sonrisa.

 
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